Las joyas del atlántico

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Que nuestro país vecino esconde lugares mágicos es de sobra conocido por todos. Lo que no sabemos es la magnitud exacta que alcanzarían nuestros niveles de emoción si navegamos por el extenso océano, en concreto por el Atlántico Norte, y de pronto descubrimos las nueve maravillas que la naturaleza nos brinda: Las Azores.
Este conjunto formado por islas de diferente tamaño y de origen volcánico, nos ofrece la posibilidad de disfrutar de actividades tan dispares como buceo, barranquismo, parapente, surf, salidas en canoa, rutas a caballo, etc…
Pero si hay algo que haga realmente famoso al lugar es, sin duda, el avistamiento de ballenas. Se considera como uno de los mejores lugares para disfrutar de ellas, pues hay una extensa población que reside allí durante todo el año y otro porcentaje que fija el lugar dentro de su ruta migratoria. Es fácil también, encontrar delfines en cada travesía, estos simpáticos juguetones disfrutan acompañando a las embarcaciones.


Y tratándose de un destino donde la naturaleza está tan presente, no podía faltar en su lista de imprescindibles los paseos en bicicleta, puedes elegir entre un agradable itinerario que te lleve a recorrer los rincones más bellos y disfrutar del paisaje; o por el contrario practicar emociones más fuertes descendiendo por sierras que se hallan arropadas por lagunas y riachuelos, a lomos de una bici de montaña.
Y a lomos, pero esta vez de un hermoso caballo, podemos pasar el día recorriendo las diferentes sendas que están marcadas para este tipo de paseo. Contemplar la belleza de la flora del lugar es un regalo para los sentidos (y nunca mejor dicho), además de las vistas, respirar ese aire puro proveniente de la sierra hace que se nos limpie el alma; que agudicemos el oído escuchando el canto de los pájaros; que saboreemos la sensación de grandeza que obtenemos al estar sobre el animal y que el tacto disfrute palpando el latido del rocín.
Y para compensar tanto esfuerzo físico, nada como descansar en las aclamadas termas o piscinas naturales que ayudarán al disfrute y relax completo.
Otro punto de gran interés son las calderas y cráteres. Tienen tanta popularidad que los lugareños se reúnen los domingos junto a las fumarolas para preparar su almuerzo, así es, imitando a otras poblaciones o etnias, entierran sus cacerolas cargadas con los alimentos y éstos se van cocinando gracias al calor que se conserva bajo tierra. Es un dato curioso y muy atrayente para el turismo.

Aunque sabemos que la Naturaleza en Azores es prodigiosa, no es lo único que convierte al lugar en imborrable para nuestra retina; pues también goza de un gran legado cultural formado por iglesias, catedrales, museos……

Dicen que si repites muchas veces seguidas verde, verde, verde, verde…………… y cierras los ojos; puedes visualizar las Azores 😉

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